BCCCAP00000000000000000000730

P. Ca•lasanz SEÑOR, DAME PACIENCIA Ya anotó Rilke que es de hombres "esperar con demasiada vehemencia". Es natural, Señor. Al fín, el pasatiempo pasa porque hemos sido hechos para algo más elevaido. Ningún ser racional puede llenar su vida con unas copas o con un juego de tresillo. La impaciencia es señal de corazón grande. Si fué– ramos como animales irracionales viviríamos siempre en las cuevas de la prehistoria, sin ganas de cambiar de casa. El joven impaciente tiene la disculpa de su "indiscreción" y el hombre maduro la disculpa de su hondura. A pesar de todo, yo te suplico, paciencia, Dios mío. Padecer con resignación y ,con a1egría el contratiempo inevitable. S3!ber empezar de nuevo cada día que nace con la humildad generosa. de quien sabe que hasta ahora poco se ha hecho. Hay que olvidar el agravio consciente o inadvertido del compañero de viaje. Y encima· compartir con él la lata de conservas, el agua de la fuente y las palabras caritativas. Dame pacien– cia para saber olvidar e:sos juegos sucios, esas tramas innobles de que uno es objeto. Te pido especialmente 53 -

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz