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BUSQUEDA SEÑOR, DAME SILENCIO He hablado muchas cosas ya. Hoy voy a callar. Háblame Tú que tienes palabra de vida eterna. Pero J:¡.azme un vacío en el interior para que pueda escu– cha1'te con claridad. Silencio. no es ausencia de pala– bras. El que se llena de ima.ginaciones y fantasias no es silencioso aunque .tenga t'l.n candado sobre sus labios. Silencio es sobriedad, humildad y recogimiento interior. Hasta el punto de olvidarse uno de que vive en una ciudad moderna con ruido de tranvías, sire– nas y aviones. Al borde de un mar internacional con trasatlánticos modernísimos--confort, música negroi– de, altavoces-es posible el silencio. Silencio, es sole– dad, aislamiento o compañia, si queréis. Favorece la soledad cósmica, pero no estorba, si hay espíritu de recogimiento, la agitada vida ciudadana. Hoy te pido silencio. Háblame, pues tus palabras son siempre más importantes que las mías. Más san– tas. Máts efi,'?aces. Más profundas. Más fecundas. Dime lo que quieres de mi. Y luego dame ¡¡enerosidad y prontitud para que me ponga a tus órdenes: "Heme aquí, Dios mio". ¿ Quieres que ponga un sello en mis labios? ¿O prefieres que te pregunte para aprender a vi– vir? Gracias por tus palabras, Maestro. - 48 -

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