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,p •'. Ca l a s a n z SEÑOR., E>AME VOLUNTAD Me hiciste a imagen tuya. A tu semejanza. Me diste un corazón que vive desasosegado en el tiem– po de probac'ión que es la vida. Grac~as, mi Dios. Quisiste _que fuera rey de las cosas, superior a los Ú~ ríos y a las estrellas, por fa voluntad de elegir. Las éosas bellas no aman. No sienten el empuje de la verdad. No pueden entregarse cordialmente al amor. El hombre sí. Gracias. Perdimos el reino por falta d" forta1e:?Ja. Y sucumbimos en la tentación. Tú co– noces el corazón de fos hombres. Y sabes· que la "tentación" de endiosamiento no ha cesado aún. So– lo que, al fin, los sueños de grandeza se vieron re– ducidos a ,escombros de miseria por el pecado. Siem– pre sucede así. El pecado conduce a la tristeza. Es, en sí mismo - por encima del engaño d~ los. senti– dos - pura y tremenda tristeza. Dios mío, hoy te pido $r hombre de voluntad. Varón por sexo, dame virilidad de bechos. No la agresividad irracional que írrita, más, bien la forta- - 45 -

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