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P. Calasanz SEÑOR, DAME DIGNIDAD Como casi no existe, no sé lo que es la dignidad. Sin embargo hubo tiempo en que era más gloriosa que un escudo nobiliario. Yo la quiero más que una condecoración. Como casi no existe es difícil encon.,. trarse en el camino con un hombre digno. Ya se .di– ce: como· van los tiempos dentro de poco no queda . gente honrada. No quisiera ser injooto con los hombres dignos. Porque los hay. Tal vez con más mérito que en tiem– pos pasados cuando la honestidad y la honorabilidad eran veneradas. Ser digno es quedarse sin empleo por no claudicar en las propias convicciones. La dig– nidad obliga a quedarse en la calle si el empleo su– pone el "honor" de una mujer. Ser digno obliga a decir sí o no como Cristo nos enseña, aunque para ello haya que disponerse con ciertos poderes. La dig– nidad exige que demos la cara por la razón, por la joven atropellada, por la moral atropellada, por el : humilde preterido e injustamente olvidado. Hoy se lleva poco esta dignidad que hizo santos en tiempos de .paganismo. Entonces era bastante frecuente que un hombre de Dios padeciera destie– rro por su fe. Y ahora tememos quizá que se nos ta– che de imprudentes si levantamos la voz contra abu– sos intolerables. Señor, que sea digno aunque me cueste perder el sueño más de una noche. - 43 -

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