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BUSQUEDA --------~ -------------------- SEÑOR, DAME DESCANSO Hay tantas cosas pequeñas que hacer que no pen– samos en ,·la hora de la muerte, No me asusta la muerte, mi Dios. Porque Tú ven– ciste la muerte. Y en tu victoria está metida mi vic– toria. Hoy vengo a hacerte una pregunta confiada. ¿Me dirás por qué escondiste la hora en el misterio? 6 Querías acaso que tu venida tuviera la temblorosa impaciencia de una cita? ¿O es que queríalil darle naturalidad a la muerte? Dios mío, está bien así. Me darás una sorpresa en la hora msnos pensada. cuando me encuentre en plena fatna y me digan que llegas, habrá un revuelo de regocijo y fiesta en mi corazón. Un día, al pie del camino, te esperaré con las lámparas chorreando aceite. Y te seguiré. Y habrá alegría porque volvió el esposo y es tiempo de gozar ya siempre. No conozco el día ni la hora. Pero me gusta ima– ginar si será en el sueño, o en la acción o de viaje. Como sea, no quiero más 'heredad que tus brazos. - 30 -

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