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BUSQUEDA SEÑOR, POR QUE Te pregunto porque soy ignorante y me gui;ta oirte. No es por enfado, que la protesta es cosa de réprobos. Ni por disgusto. Ni por cansancio. Es por el gusto de escuchar tus palabras de vida eterna. Te pregunto si hay algo de hombre-algo de mi co– razón--en las estaciones del año y en las horas del tiempo. Porque he llegado a la evidencia de que mi c1)– razón siente con el frío, el calor, las hojas secas y las flores fragantes. ¿Por qué ahora, que mis pen– samientos son castos, se ha ·puesto azul la mañana y cantan los pajarillos dichosos y el rayo de sol es acariciante y el juncal echa a vuelo las espadas de los lirios? ¿Por qué se ensancha el corazón cuando hay primavera y se encoge como un caracol cuando se levanta la tormenta? Dímelo, Señor. Hay algo de hombre en cada cosa. ¿Por qué sino este sol duro, endurece mi sentimiento? Parece que, al pararse la brisa, se ha estancado el corazón. El _mismo camino-¡el mismo!-es breve con el sol y áspero e incomodo con la modorra de la siesta. Algo debe haber, ¿no?. Dios mío, que sepa verte en el sol y la nieve, en el descanso y en la fatiga. - 28 -

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