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P. Calasanz SEÑOR, HAZME DOCIL La naturaleza cumple tu ley. con suprema fideli– dad. Solo el hombre extravía a veces el camino de tus mandatos. Por amor le diste el talento magní– fico de la libertad que no siempre usa para tu glo– ria. Artista divino. Yo conozco tu donación de amor. Pero no soy dócil. Tengo la fea costumbre de pre– guntarte por qué. ¡ Como si no fueras ihmenso en tu sabiduría y en tu soberanía! Perdóname, Señor. El instinto es insumiso a las riendas de tus precep– tos. Tengo las manos en carne viva por servirte y conservarme en el camino de la verdad contra la mentira burda de las pasiones desordenadas. Yo qui– s}era para mí la docilidad de la luz que nace cada mañana. La docilidad de la alondra que obedece a su destino de canción. Mi destino mejor eres Tú, mi Dios. Haz que te conozca cada vez mejor para saber amarte siempre más. Y que no entorpezca tu obra de amor, tus desig– nios de salud en mi. Que cuando me llames, rompa por entre la gente desaprensiva y te diga: "Sefior, a tus órdenes". Que suba contigo la cuesta con la cruz. Y que esté siempre dispuesto para lo que Tú quieras. - 27 -

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