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BUSQUEDA SEÑOR, ENSEÑAME A ORAR Amanecí con un sobresalto dulce esta mañana. Fué como una experiencia nueva, mejor comprendi– da, mejor vivida: Tú eres mi Padre. Hoy me vuetve este pensamiento. Me envuelve. Me dilata. Me toma' el corazón como una melodía. Y no puedo hacer nada más que saborearte en mi corazón como Padre nm.s– tro celestial. Desde niño sé que me quieres como un padre puede querer. Con frecuencia me he cobijado bajo este pensamiento dulce que sosiega, alivia y en– ternece. Pero hoy... Me ha penetrado hasta el pro– fundo misterioso del ser la convicción, la vivencia de tu paternidaid. Gracias Dios mío. Hoy cada cosa me trae evocaciones de ternura. Desde la aurora me siento como atontado, miste– riosamente nunido en una gran idea: Tú eres rrci Padre. Y el sol me parece más bello, el azul matinal más evocador y sugerente, los jóvenes mejores y El hombre menos orgulloso. Noto como si tuviera alas. No siento el cuerpo, tan cansado y duro otras veces. Padre mío, ¿qué estrella me regalaste hoy al des– pertar? - 26 -

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