BCCCAP00000000000000000000730

P. Calasanz SEÑOR, DAME QUIETUD Esta noche, Dios mío, me sugiere la idea de .Tí. De tu nombre, de tu serenidad, de tu hermosura. Só– lo Tú pudiste hacer el lucero que tiembla como si estuviera animado y tuviera alguna amarga pena. Sólo Tú puedes acercar el firmamento al mar. Sólo Tú puedes darle a la noche esa sonoridad recogida y ese silencio activo. Lo comprendo, Señor. ¡ Cómo quisiera para mí este símbolo tan huma- no de la noche. Mi oscuridad no es el borrón que afea tu obra. No. Mi oscuridad - mi pena y mi peso y mi humildad y mis lágrimas - es el fondo que ne– cesita tu Amor para destacar más, para imantarme más, para brillar más en mí. Si el día fuera perma– nente~ en el tiempo geológico y en el tiempo del alma - es posible que no sospecháramo,; siquiera que existen las estrellas,'. Todo ensaya en esta noche modos de delicada cortesía. Señor, Padre mío Dios, que no interrum– pa el silencio de mi alma para oírte mejor aunque me hables muy bajo. - 23 --

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz