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P. Calasanz SEÑOR, DANOS TESTIGOS Señor, que dijis,te: "Seréis mis testigos en todo el universo habitado", quiero pedirte luz, compañia Y docilidad para ser testigo tuyo. He visto que tes– tigo es igual a mártir. Y me entra un escalofrío des. de las entrañas hasta la voz. ¡Testigo!, si yo soy frágil, comodón, miedoso. ¿Cómo voy .a pensar en ser testigo? Déjalo, Dios mío, para los hombres vi– riles y heróicos que tienen pasta de santos. Lo que me consuela es saber que aquello~ tls'ü:'' gos son de mi misma "pasta". Y eso tan hermo:é\':'dil": que es compatible una inmensa fragilidad -hasta un miedo pavoroso- con el testimonio que he de dar die Tí. "Testificar" es prepararse a s~r mártir. Y yo deseo ser tuyo con toda el alma. Testi¡:¡;10:µiar es dar la cara por Tí. He hecho el "ensayo", para templar mi acero si llega la hora. Y enseguida me han mott:– jado de "intruso", meticón, ''exagerado". Me han dicho: ·"¿Pero qué le importa a Vd•.,..,que el mundo haga lo que quiera, que los hombres blas-•,: femen a su antojo, que las mujeres vayan por la ca-:· lle vendiendo su interioridad y provocando escán– dalo?" No COlllPl'enden los pobres que se Te puedEÍ'l· amar corno a un hijo, eomo a una madre, como al • ser más querido. No entienden por qué vamos a per– der la paz por tu causa. Dios mío, dame aliento, heroismo y gracia para dar mi frente por Tí. Y e,i es preciso "jugarse el ,tipo" ayúdame Tú. - 21. --

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