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P. Calasanz SEÑOR, DAME DECISION Yo sé que la violencia es mandamiento tuyo, Dios mio. Para entrar en el reino de los cielos hay que hacerse violencia. Violentarse es endurecerse, como el atleta que se prepara para la corrida en el esta– dio. Es decisión viril de poner orden en los instintos · y audaz propósito de mejorarse; a pesar de lo difí– cil del vencimiento: Sin embargo, no me des la du– reza que deshace y destruye. Dame la decisión que sirve de rodrigón, de aliento, de heroísmo. No la que aleja y hace imposible el diálogo. Por una parte, entrega a la tares, de perfección espiritual que Tú nos mandas. Y por otra, frenazo en seco en la precipitada corriente del sentimiento. Que también la ternura y la dádiva bondadosa exi– gen la especia fuerte y la intención sincera.. Dios mío, dame esfuerzo para decir siempre "sí". Dame fortaleza para decir siempre "no". Que sepa quemar mis naves sin querer más ba.icl que Tú. Señor, dame virilidad para ser como Tú "EL HOMBRE". - 13 -
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