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BUSQUEDA SEÑOR, DAME GENEROSIDAD ¿Qué sientes Tú, Dios mío, al ver la tacañería de los hombres? Como si en nuestro pobre mundo hubie– ra desaparecido el sentimiento noble de la donación. A fuerza de ser interesados, nos hemos quedado sin ca– lor, igual al avariento que amontona sin gozar. como el avaro amontonamos,riquezas viles para contemplar– las-bien hecho el recuento, bien echadas las tran– cas-con temor de los misteriosos ruídos de la noche, poblada de imaginarios fantasmas. Nos hemos hecho avarientos, que temen por todas partes pisadas de crimen. Olvidamos que hay, un goce sereno en la generosi– dad. Ese darse al hermano con comprensión y con ca– ridad. En la palabra que corrige, educa, eleva y con– suela. En la convivencia que anuda los lazos de la amistad que humaniza y embellece la personalidad con matices nuevos. Yo quisiera olvidarme un pqco a mi mismo para vivir cara a los problemas de la hu– manidad. De modo que mi vida se convirtiera en "ejemplo" de desinterés, de docilidad y de universali– dad. Dios mío, ¿por qué voy a pensar en mí, habiendo cosas tan importantes en qué pensar? - 10 -

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