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P. Calasanz SEÑOR, HAZME SAL DEL MUNDO Creo como Tú, mi Dios, en la eficacia de la sal. Hazme sal del mundo, hasta cierto punto. Hasta donde la sal es fructífera. No me hagas sal excesiva. No quiero ser como el campo salado que canta la niña del "romance". Como la niña del romance temo que el enemigo sale los campos para que queden malditos. Señor, que sea perfecto en la bondad y discre,to en el rigor. La comida sin sal es sosa. Con la sal excesiva que– ma el paladar. Dame la sal necesaria para que la comida sea gra– ta y saludable. Que el rigor sea templado por la bon– dad y la compasión. Que no sea insípido como los alimentos sin salar. Ni inhumano como los; hombres que no saben comprender. Que sea ""sal del mundo" porque lo quieres Tú. - 11, -

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