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BUSQUBDA SEÑOR, DAME UNIDAD No puedo olvidar aquellas palabras tuyas, tan so– lemnes, tan reiteradas, tan actuales: "Padre mío, que sean uno". ¿Qué importa la diversidad de nación, la diferencia del color, la divergencia de cultura y posición social ante el hecho maravilloso de ser hijos tuyos? Señor, yo amo. a todos mis hermanos: al chino, al japonés, al africano. La caridad no distingue los colores de los cuerpos. La caridad te ve a Ti a itra– vés de las apariencias. Hay que saber ser caritativo para acertar. Hay que avivar la fe para ver bien. Las apariencias no cuentan. Así como en la cruz de oro y en la madera de boj te adoro a Tí, presente por amor, de igual manera te amo en el color negro y en el blanco porque eres el mismo Dios. Señor, que no nos distanciemos por vanas cuestio– nes de dinero ni herencias. Que pueda más tu amor que estas cosas efímeras que pasan. Que no niegue el saludo al hermano porque no viste · mi hábito ni pertenece a mi club. Dios mío, Padre de todos, que tu amor venza estas pequeñeces que nos separan. Que seamos uno, una misma cosa, un solo cora– zón. - 110 --

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