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REFLEXIONES DOMINICALES SOBRE EL EVANGELIO da al hombre consistencia y liberación salvadora. Lo que los hom– bres son unos con otros, son al mismo tiempo con Dios. Dios habita en el hambre, en la soledad, en la prisión, en la angustia, en la enfermedad y en el luto; y espera con los hombres, espera que los hombres sean más humanos. El rostro divino es el rostro humano. Para enjugar hoy el rostro de Jesús, es necesario compro– meterse activamente con los acuciantes problemas de nuestro mundo. Esta página interpelante que comentamos nos enseña de modo desgarrador que el porvenir de los hombres está en ser los hermanos de Jesús, los hijos de un mismo Padre, los herederos de Dios. Dominique Lapierre, en su libro "Más grandes que el amor", prueba con hechos concretos que todavía existen en nues– tro desquiciado mundo innumerables testigos del amor, del evan– gelio encarnado y vivido. 94

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