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REFLEXIONES DOMINICALES SOBRE EL EVAN~ELIO cierta cantidad de dinero con el encargo de negociar con esta can– tidad. Dos de ellos cumplen el encargo y duplican la cantidad reci– bida. El tercero, miedoso y pusilánime, lo conserva cuidadosa– mente; ni pierde ni gana un solo céntimo. Está claro que el centro de la parábola gira en torno al criado negligente y cobarde. Considera a su amo como un hombre duro y exigente que cosecha donde no ha sembrado y recoge donde no ha esparcido. El emple– ado no quiere correr riesgos y pone a seguro el dinero; piensa haber realizado una obra de justicia, porque devuelve al amo lo que ha recibido: "Mira, señor, aquí tienes lo tuyo". La parábola intenta hacer comprender la verdadera naturaleza de la relación que existe entre Dios y el hombre. Dios no es un Dios cicatero y quisquilloso, a quien se deba servir como esclavos, únicamente por temor. Quien así piensa no arriesga nada, busca seguridad en la observancia escrupulosa de la ley: todo y sólo lo que está pres– crito y basta. Con ello se deforma la imagen de Dios, un Dios amoroso y comprensivo que no se mueve en la raquítica perspec– tiva "del tanto cuanto". El servidor auténtico no pone limites a su servicio, porque el amor no tiene límites. No teme correr riesgos, porque no sabe de temores y componendas. El empleado vitupe– rado de la parábola representa a todos aquellos que viven ausentes de las realidades concretas, de las decisiones comprometidas. La valía del verdadero servidor se mide por la capacidad de compro– meterse con los problemas de su tiempo, por la aportación que ofrece a su solución en perspectiva evangélica, por la lucidez demostrada al descifrar los signos de los tiempos. Hay muchos cristianos que viven como meros espectadores de la historia del mundo, anclados en la falsa seguridad del rito y de la prescripción. Estos individuos conciben el "más allá" como totalmente sepa– rado de la tierra. No logran percibir el vínculo inexorable que existe entre ambos mundos. A quienes se mueven en el terreno del amor y corren el riesgo de las decisiones comprometidas, se les 92

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