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REFLEXIONES DOMINICALES SO13RE EL EVAN(i-ELIO también los ponían sobre la frente. Los flecos de los mantos tenían la misma finalidad: recordar los mandamientos del Señor. Tanto los flecos como las filacterias intentaban mantener vivo el recuerdo de la ley de Dios y el compromiso de observarla. Cuanto más largos eran los flecos y dilatadas las filacterias, más intenso era este recuerdo y compromiso. Los fariseos, sin embargo, se sir– ven de todo este boato externo para oprimir al pueblo, así satisfa– cen su ansia de prestigio y de poder para constituirse en una casta privilegiada y ambiciosa. En el segundo cuadro el evangelista expone cuál ha de ser el comportamiento entre los cristianos. La frase que da sentido a todo el conjunto se repite tres veces: "uno solo es vuestro maestro, vuestro padre y vuestro doctor". Frente a la prepotencia de los fariseos, la comunidad cristiana debe vivir en una actitud generosa de servicio. Cada miembro de la comunidad es hijo de Dios y todos son hermanos entre sí. Las relaciones entre todos son intercambio fecundo de servicios. Trigésimo segundo domingo del tiempo ordinario (Mt 25, 1-13) La entrañable y pintoresca parábola de las diez jóvenes pre– visoras y descuidadas, prudentes y necias, indica al cristiano cómo debe vivir y actuar su fe. En otra ocasión Jesús había contra– puesto al hombre necio y al hombre sensato. El necio edificó su casa sobre un movedizo terreno arenoso; el segundo, sobre roca firme. Aquí de nuevo, en esta parábola, se da la contraposición entre necio y sensato. Unas jóvenes, las sensatas y previsoras, lle– van consigo el aceite suficiente para pasar una larga velada; otras, las descuidadas y necias, sólo traen vasijas vacías. La clave de la parábola nos la da el evangelista con las palabras: "Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora". La vigilancia está compuesta de espera, en cuanto que el cristiano está orientado hacia el futuro, .90

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