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COMENTARIOS RADIOFÓNICOS EN COPE-ASTORGA Vigésimo quinto domingo del tiempo ordinario (Mt 20, 1-16) La parábola de los obreros enviados a la viña presenta a pri– mera vista una desconcertante paradoja para el trabajador moderno acostumbrado a moverse en un esquema de justicia dis– tributiva, de salario justo, de premio al trabajo y de reivindicacio– nes salariales.Se trata de una parábola dificil que exige una lectura lenta y reflexiva El propietario de una viña ajusta a unos braceros para una jornada de trabajo. Recluta a algunos a primera hora del día, a razón de un denario por jornada completa. Hasta aquí todo normal. Pero luego el amo llama también en el transcurso del día, incluso hasta una hora antes que termine la jornada. En el momento de pagar da a todos lo mismo, idéntica cantidad de dinero. Los primeros, que han soportado una larga jornada bajo el sol asfixiante, se rebelan contra lo que consideran una injusticia. ¿Es que una sola hora de trabajo merece la misma paga que una jornada entera? ¡Injusticia! ¡Explotación inhumana!, dirían nues– tros activistas sindicales. Pero no nos precipitemos ingenuamente. El centro de la parábola lo constituyen las siguientes palabras: "Cuando llegaron los primeros pensaban que cobrarían más, pern también ellos recibieron cada uno un denario" .Bien mirado, los obreros de primera hora no se quejan de haber padecido una injus– ticia (ajustaron un denario y lo recibieron), sino más bien de la ventaja concedida a los otros, La injusticia de que creen ser vícti– mas no consiste en recibir una paga insuficiente, sino el ver que el amo es bueno con los otros. Es la amargura de quien se cree justo frente a un Dios que abre su amor y perdón a todos los que respon– den a la llamada, sin distinción de razas, de privilegios institucio– nales y hereditarios. Así leída, la parábola insiste primordialmente sobre el modo cómo han de portarse los justos ante la manera de obrar de Jesús y ante un orden nuevo que se abre a todos, pobres y 81