BCCCAP00000000000000000000728

REFLEXIONES DOMINICALES SOBRE EL EVANCi-ELI.O Hay que perdonar siempre, siempre, indefinidamente. Para ilumi– nar y fundamentar las afirmaciones anteriores se propone la pará– bola del "deudor despiadado". La parábola consta de tres cuadros entrelazados; primeramente, un deudor a quien se le perdona una cantidad desorbitada de dinero; luego, aparece un compañero del anterior a quien se le exige despiadadamente el pago de una deuda insignificante; en el tercer cuadro el deudor es castigado por su falta de misericordia y de amor hacia su compañero. La enseñanza de la parábola se presenta clara y manifiesta: "si alguno no per– dona de corazón a su hermano, tampoco él será perdonado por el Padre que está en los cielos." Hay que perdonar, porque antes Dios ha volcado sobre nosotros su inmenso amor y consiguiente– mente su amor sin límites. El siervo es condenado porque retiene el perdón recibido para sí mismo y no permite que su perdón se convierta en alegría y perdón también para los hermanos. Hay que hacer realidad en nuestras vidas la petición del padrenuestro: "Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden". Vivimos en una sociedad en la cual la reali– dad " perdón" no existe; existen, por el contrario, denuncias, que– rellas ante los tribunales, procesos jurídicos interminables. Todos hablan de justicia, de restitución del honor mancillado. Pero, ¿quién habla de amor y de perdón?. Hay que advertir que conce– der el perdón no equivale a impedir la acción de la justicia o a tolerar que los delincuentes y los terroristas actúen impunemente. Lo que pide Jesús es que no se tome cada uno la justicia por su cuenta, porque entonces se destruye la convivencia entre indivi– duos y pueblos para volver a la ley de la selva. 80

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz