BCCCAP00000000000000000000728

COMENTARIOS RADIOFÓNICOS EN COPE-ASTOR(i-A de la Iglesia a la que pertenecen. Se portan ciertamente como si la Iglesia fuera algo diferente de los creyentes mismos. En determi– nados ambientes algunos están dispuestos a creer en Dios y en Jesucristo, pero de ningún modo en la Iglesia. Confieso que este tipo de manifestaciones no me impresionan en modo alguno. Es fácil criticar cuando uno no está implicado en la misma Iglesia; muy cómodo pretender cambiar a los otros mediante huecas y ele– gantes palabras, cuando ni siquiera se está dispuesto a renovar nada de la propia vida. Por encima de los malentendidos,de todos los prejuicios e incomprensiones, el evangelio puede ayudarnos a comprender la naturaleza de una comunidad cristiana viva y diná– mica. Es fuerte y débil a la vez: débil, a causa de sus miembros, fuerte, por la presencia del Señor que actúa en ella y a través de ella. Vigésimo cuarto domingo del tiempo ordinario (Mt 18, 21-35) "Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces deberé perdonarlo?" He aquí la pregunta que fundamenta los valores nue– vos del nuevo orden inaugurado por Jesús. En el evangelio del domingo anterior se hablaba de la corrección fraterna en tres gra– dos escalonados, dejando en último término la decisión a los representantes cualificados de la comunidad. Pero esto podría interpretarse de modo restrictivo en relación con el perdón y el amor hacia los extraviados. Por eso surge la oportuna pregunta de Pedro: "¿Cuántas veces debo perdonar al que me ofende? Pedro, haciendo alarde de prodigiosa generosidad, pone el límite en siete veces, número perfecto y sagrado para los judíos. Superando las especulaciones rabínicas que hacían del número tres el tope para el perdón de las ofensas, Jesús proclama un nuevo precepto uni– versalista: el perdón como el amor no tiene límites ni fronteras. 79

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz