BCCCAP00000000000000000000728

REFLEXIONES DOMINICALES SOBRE EL EVANCrELIO Solamente el verdadero discípulo, iluminado por la luz de lo alto, es capaz de descubrir la auténtica identidad: su carácter mesiánico y su categoría de Hijo de Dios, tal como se expresa en la confesión de fe que Pedro hace en nombre de los discípulos: "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo". A esto Jesús contesta: "Bienaventurado eres tú, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado la sangre y la carne, sino mi Padre que está en los cielos". Mediante su confesión de fe, Pedro se identifica plenamente con la persona y la obra de Jesús. A través de imágenes muy expresivas, Pedro comprende la misión que ha de desempeñar en la nueva comunidad de creyentes y al mismo tiempo se indica cuál es la naturaleza de esta misma comunidad, de la Iglesia. Pedro es la roca que da firmeza y estabilidad, el punto en torno al cual se constituye la unidad de la comunidad. La entrega de las llaves sig– nifica confiar un poder, una autoridad. Pedro, como representante del verdadero Señor de la comunidad, realiza una tarea de encuen– tro y de coordinación plena y responsable. Este evangelio encie– rra, pues, permanentes realidades teológicas y existenciales. La pregunta que sigue inquietando, abierta o soterradamente, a todo hombre es ésta: ¿ Quién es Jesús de Nazaret? De la respuesta que dé en la soledad de su corazón depende su destino. Vigésimo segundo domingo del tiempo ordinario (Mt 16, 1-27) Desconcertante y turbador aparentemente este evangelio de hoy, pero al mismo tiempo radiante llamada a la esperanza, al dinamismo transformante y liberador. Jesús no es el Mesías triun– falista y racista que esperaban los judíos, sino el Mesías sufriente, condenado a muerte, porque quiso crear un mundo nuevo sin barreras sociales; religiosas y nacionalistas. Jesús vivió hasta el 76

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz