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REFLEXIONES DOMINICALES SOBRE EL EVAN(i-ELIO pero es incapaz de proporcionar a cada hombre las dos mil sete– cientas calorías indispensables para vivir dignamente. Y todo por– que se ha borrado la presencia de Dios en el mundo, convirtiendo el "pan nuestro" en el "pan mío" de cada día. La mejor noticia que podrían emitir los medios de comunicación debería ser ésta: por fin hay sobre la tierra un pedazo de pan para todos los hombres y mujeres que pueblan nuestro planeta. Bien entendido que el pan simboliza e incluye todo aquello que el ser humano necesita para vivir en plenitud: cultura, dignidad, libertad, justicia, palabra de Dios como luz orientadora de su vida. La segunda idea se refiere a la misión de los verdaderos seguidores de Cristo. Son ellos, los discípulos, los que reparten el pan entre la multitud. Para el cre– yente que vive el evangelio, vestir, alimentar, ayudar a los hom– bres y mujeres es prolongar y actualizar los gestos de Jesús. La multiplicación de los panes se narra con el mismo esquema de la institución y de la celebración de la Eucaristía. Jesús toma los panes y los peces, levanta los ojos al cielo, los bendice, los parte y se los entrega a los discípulos, y éstos a la gente. Esto quiere decir que la Eucaristía es el acto cultual que expresa cuanto estamos comentando: somos el pueblo de Dios reunido en torno a su mesa. Una comunidad cristiana que celebra la Eucaristía sin preocuparse de los necesitados está traicionando uno de los sentidos más pro– fundos del acto litúrgico. Décimo noveno domingo del tiempo o:rdina:rio (Mt14, 22-23) La escena que presenta a Jesús caminando sobre las aguas del Lago de Tiberíades intenta madurar y fortalecer la fe. La barca, sacudida por el fuerte oleaje, el miedo de los discípulos, las palabras tranquilizadoras de Jesús y el grito de Pedro, todo ello nos hace ver que la escena pretende ser un símbolo de la comuni– dad religiosa zarandeada por la persecución, por la duda, por la 72

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