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REFLEXIONES DOMINICALES SOBRE EL EVAN(i-ELIO escuchan por simple rutina o costumbre: se cumplen las normas externas de religiosidad, pero sin que exista un criterio evangélico de actuación en las familias o en los grupos humanos. Se cumple socialmente, pero todo sigue como estaba. La semilla caída en terreno pedregoso alude al proceso de crecimiento en la fe. La semilla arraiga, porque bajo las piedras hay una leve capa de tie– rra. En este sentido, el panorama de nuestra sociedad española es el comentario más desconcertante de la parábola evangélica: millones de niños son bautizados, hacen su primera comunión, se educan en colegios llamados "religiosos", pero cuando tienen que enfrentarse con el medio ambiente agnóstico y descreído, o abier– tamente hostil, todo se derrumba como un castillo de naipes. No basta con nacer, hace falta crecer, abonar, regar, proteger la planta del sol y de las heladas. Otros granos caen entre espinas y los sofocan. El evangelio alude a las preocupaciones que alienan y enervan, y también al deseo desmesurado de riquezas. Las cosas no han cambiado nada en nuestro mundo, cuyos valores funda– mentales se fundan en el rendimiento, en el trabajo y en el buen vivir. Vivimos en un mundo en el que han desaparecido los valo– res esenciales que daban sentido, coherencia y consistencia a la vida. Todo es licito, todo está permitido. Pero afortunadamente también se menciona la semilla que cae en tierra buena. Se recibe con corazón noble y generoso para convertirse en vida fecunda y estable. No hay que desanimarse, pues son millones y millones los que hacen fructificar la semilla. Décimo sexto domingo del tiempo ordinario (Mt 13, 24-43) La parábola de la cizaña que crece juntamente con el trigo es un duro alegato contra los hombres religiosos, hipócritas, intransi– gentes y fundamentalistas de todos los tiempos, que exigen una 68

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