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REFLEXIONES DOMINICALES SOBRE EL EVANCrELIO refugios antinucleares, ocultan cuentas bancarias en "paraísos fis– cales" y llenan a rebosar los frigoríficos. Pero el remedio contra el miedo es vivir con los otros y para los otros. En los valientes que quieren transformar el mundo mediante el testimonio vivo y efi– caz no tiene cabida la depresión nerviosa. Esto es lo que dice Jesús a sus discípulos de todos los tiempos: no tengáis miedo en anun– ciar con la palabra y la vida el nuevo orden, no tengáis miedo de enfrentaros con los poderes opresores, no tengáis miedo porque la Providencia benevolente del Padre os acompaña "vosotros -dice Jesús-valéis más que todos los pájaros". En el horizonte de una humanidad maltrecha por tantas violencias, hay siempre una aurora a punto de despertar "la luz que ilumina a todo hombre que viene a este mundo". A las tinieblas y a la muerte les encanta muti– lar la faz del mundo y los rostros de los hombres, pero nosotros sabemos que la luz es más verdadera que la tiniebla. A los cristia– nos que luchan en la vida trepidante de cada día, que se esfuerzan contra viento y marea por el triunfo del amor, de la justicia, de la libertad y de la paz en un mundo de odios, de guerras, de genoci– dios, de enfrentamientos raciales podría aplicárseles la bella frase de Leonardo da Vinci: "Fíjate por la calle, al atardecer, en el rostro de los hombres y de las mujeres cuando hace mal tiempo. ¡Qué gracia y suavidad se ve en sus semblantes!". Los primeros textos que cuentan la vida de los cristianos dicen que incluso ante la muerte rebosan alegría y confianza gracias a Aquél que había roto las fronteras del miedo para desenmascarar a individuos e institu– c10nes. Décimo tercer domingo del tiempo ordinario (Mt 10, 37-42) Un evangelio molesto, sorprendente y turbador el de este domingo. Las exigencias de Jesús parecen a primera vista inhu– manas y destructivas. ¿No es inhumano y destructor pedir que se 64

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