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REFLEXIONES DOMINICALES SOBRE EL EVANCrELIO Afortunadamente el mundo está lleno de mujeres y de hombres de toda raza, edad y condición cuyos rostros, iluminados por el Espíritu del Señor, siguen proyectando la paz, la reconciliación y la esperanza en una humanidad desorientada que huye y marcha por caminos que no conducen a parte alguna.Pentecostés, domingo de la luz y la vida, de la fuerza que engendra paz. Domingo de la Santísima Trinidad (Jn 3, 16-18) Celebramos hoy la fiesta de la Santísima Trinidad, es decir, el misterio insondable e irrastreable de Dios. A nosotros como cre– yentes nos basta saber que el amor es la realidad que aglutina las relaciones de esa divina familia en tres personas distintas, que for– man una única naturaleza, un solo Dios. Y ese amor se proyectó hacia nosotros como recuerda este domingo: "Tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo único para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna" En el evangelio de Juan "mundo" significa generalmente los hombres hostiles a Dios, que viven en tinieblas, que no lo aman ni aman a sus hermanos. Es el mundo del egoísmo, del odio, de la mentira, de la injusticia. Sin embargo "tanto amó Dios al mundo...." Es que Dios es amor, y solamente amor, y responde a la hostilidad de los hombres envián– doles a su Hijo para que no se pierdan y tengan vida auténtica. Es maravilloso y reconfortante pensar que Dios nos dio a Jesús como guía en el camino, como luz en la noche, como fuente de vida, de liberación y de perdón. Cristo es la presencia radiante y gozosa de Dios en medio de los hombres, la voz que nos llama al servicio generoso y desinteresado. Porque si Cristo es el amor encarnado, el cristiano ha de ser por definición aquél que se entrega, que ama sin fronteras, sin cotos cerrados: "Dios no envió su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo" La condenación tiene 58

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