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REFLEXIONES DOMINICALES SOBRE EL EVAN0-ELIO río, porque ama sin limites, porque no ha puesto trabas a los pla– nes de Jesús. Por, eso llega el primero a sepulcro, vio y creyó, y comprendió a través de las Escrituras que la muerte era requisito esencial para la resurrección. La fe es una experien– cia de vida, solamente percibida por quienes reciben elevan– gelio del amor y lo llevan a la práctica. Sin amor, la resurrec– ción es una palabra hueca y vacía como aquella tumba. Resucitamos y nacemos para amar sin medida o seguimos muertos. Sólo la Pascua puede dar a nuestras vidas los colores primaverales del almendro madrugador. Gritemos, pues, con nuestra vida entera:¡ Cristo a resucitado!, llega la aurora, ama– nece, ¡aleluya!. Segundo domingo de Pascua (Jn 20, 19-32) El evangelio de este domingo nos transmite tres mensajes que dan sentido a nuestras vidas en el transcurso de la historia: la paz, el perdón de los pecados y la necesidad de la fe en Jesús resu– citado. La paz es el primer regalo que hace Jesús a sus discípulos. Es el saludo oriental, cotidiano y habitual, ¡Shalom! ¡Shalam!, de las gentes de todos los tiempos; con este saludo los evangelistas sensibilizan la presencia misteriosa de Jesús que vive y actúa en medio de la comunidad creyente: "Paz a vosotros" Un saludo conocido y entrañable que llega esta vez desde más allá de la tumba. Y es pronunciado por un hombre cuyo nombre ha sido ins– crito en el registro de defunciones y ha resucitado para que quie– nes confían en él vivan también con él. Escandalosa paradoja la que vive el mundo actualmente. La herencia de Jesús en su País, Palestina, es todo lo contrario: violencia, atentado sangriento, genocidio inmisericorde, dinamita asesina ¿ Quién puede com– prender esto? Sin embargo, los cristianos que creen en la reconci– liación mediante el perdón de los pecados, deben esforzarse, 48

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