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REFLEXIONES DOMINICALES SOBRE EL EVAN(i-ELIO mismo, se descubre también él como una peregrino que busca la luz, toda la verdad, toda la respuesta al gran interrogante de la vida. Jesús-Palabra irrumpe en el mundo como un juicio del que ningún hombre puede escapar: o se vive conforme a la luz o se acepta conti– nuar en las tinieblas He aquí la alternativa desconcertante y turba– dora. Bautismo del Señor (Mt 3, 13-17) La escena del Bautismo de Jesús, que nos recuerda la liturgia de hoy, encierra un profundo sentido que se actualiza constante– mente en cada época, en cada situación individual y colectiva de la historia... Jesús se presenta ante Juan, el Precursor, para ser bau– tizado como uno más entre la multitud. Dos afirmaciones destacan el significado de la escena: en primer lugar, las palabras de Jesús a Juan Bautista: "Déjame hacer ahora, pues conviene que se cumpla toda justicia". Jesús ha venido a realizar el plan de Dios, y no per– mite que nada le aparte de esta misión. Esto supone ciertamente una ruptura con las expectativas mesiánicas de su tiempo, pero no con el verdadero significado del Viejo Testamento. La conversión a que son invitados Juan Bautista y los judíos es una vuelta a los orígenes. El verdadero judío es el que se hace cristiano. En segundo lugar, la voz que llega de lo alto es una revelación de lo que es Jesús y de la naturaleza de su misión: "Este es mi Hijo amado, en quien me complazco". Ahora comienza el tiempo defi– nitivo de la salvación, el tiempo durante siglos anhelado, en el cual Dios se entrega de nuevo a los hombres y vuelve a hablar. Dios no es el eterno silencioso; sigue hablando a través de su Hijo Jesús, la única imagen válida y permanente de Dios en el mundo. Ante las semillas, ante el negocio de un vendedor de per– las, ante la mujer que barre, ante el albañil que calcula antes de 32

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