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REFLEXIONES DOMINICALES SOBRE EL EVANCrELIO A todos nos molesta el gesto soberbio de este hermano engreído de su virtud; pero su gesto pone de relieve una realidad que pertenece a quien en un mal momento nos ha abandonado o dado la espalda. Es más fácil pedir perdón que otorgarlo. Porque esto último supone renunciar a nuestro orgullo, que es la antítesis del amor. Estas tres parábolas son una incitante llamada a una reli– giosidad de brazos abiertos, de generosidad y de constante reno– vación. Vigésimo quinto domingo del tiempo ordinario (Le 16, 1-13) La parábola del mayordomo infiel sigue intrigando a los comentaristas e inquietando a los lectores. El administrador de la parábola había desaprovechado una buena oportunidad para vivir honrada y cómodamente el resto de sus días. Ante la perspectiva inminente de verse en la calle, arruinado y desprestigiado, tiene un momento de lucidez y aprovecha las horas que le quedan en la administración para ganarse buenos amigos aunque perjudicando a su patrón. Salva su vida mediante una artimaña astuta y oportu– nista. Jesús da sentido a la parábola con dos frases finales, muy ricas en contenido. La primera: "El amo admiró la manera de obrar tan inteligente de su mayordomo infiel: en verdad, los hijos de este mundo son más astutos que los hijos de la luz en el trato con sus semejantes." Estas frases incluyen una fina y severa reprensión contra la conducta cobarde de los cristianos que, tanto en su conducta personal como en su vida de testimonio, no emplean la sagacidad, la valentía, la decisión y prudencia que los mundanos emplean en la gestión de sus negocios. Cristo no quiere cristianos vergonzantes, que esconden la luz bajo el celemín, sino cristianos despiertos, valientes que transfiguren la vida, las socie– dades y edifiquen con amor un mundo nuevo. 234

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