BCCCAP00000000000000000000728

REFLEXIONES DOMINICALES SO13RE EL EVANCi-ELIO mesa del Reino de Dios". En lugar de preguntarse por los muchos o pocos que se salvan, hay que mantenerse alerta en el proceso de cambio y de conversión permanente. La puerta del Reino está dentro de cada uno y en la misma realidad de la vida cotidiana, en la rutina del quehacer diario, que es fidelidad a nosotros mismos y a las exigencias del mensaje de Jesús. Vigésimo segundo domingo del tiempo ordinario (Le 14, 1.7-14) "Un sábado Jesús fue a comer a casa de un fariseo de presti– gio; los mismos fariseos se pusieron a espiarlo". Jesús es una per– sona incómoda, porque desenmascara la hipocresía, la doble vida de quienes dicen y no hacen, de quienes ponen todo su empeño en cumplir escrupulosamente la prescripción sin que haya una verda– dera transformación del corazón. Al principio del banquete Jesús observa cómo los invitados se disputan los primeros puestos, los asientos más visibles. Eso lo hacen aquellos que consideran la práctica religiosa como un contrato comercial; aquellos que valo– ran su postura frente a Dios en términos de recompensa o castigo, de derechos laborales o de seguro para la vida eterna. En el nuevo orden inaugurado por Jesús todo es pura gracia: es únicamente Dios quien da un puesto en el Reino. Él quien invita generosa– mente y generosamente distribuye los puestos. Lo que el creyente debe hacer es "saber estar", esto es, tratar de realizar el plan de Dios con sinceridad y responsabilidad, porque esa es su misión, sin preocuparse de sus derechos. De este modo el creyente vivirá su fe de un modo más responsable, menos infantil, más construc– tivo y evangélico y menos materialista. Este es el verdadero sen– tido de la frase evangélica: "el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado". Santa Teresa define la humildad como "caminar en verdad", en contra de toda una corriente maní- 230

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz