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REFLEXIONES DOMINICALES SOBRE EL EVAN(i-ELIO mulada, porque supone que el problema se presenta en plan mer– cantilista, en plan comercial, tratando de obtener de Dios lo más posible para uno mismo y para los demás. Sin embargo, el Padrenuestro es una oración comprometida y misionera; se trata de una oración de apertura y de entrega. Rezar el Padrenuestro no consiste en repetirlo mecánicamente, sino en dejarse impregnar y seducir por el espíritu de los hijos de Dios. En la pequeña parábola del amigo inoportuno y la necesidad de pedir sin descanso, se nos dice que la oración siempre es escuchada: "¿Hay entre vosotros algún padre que pidiéndole su hijo pan, le dé una piedra? ¿O que pidiendo un pez, le dé una serpiente?". Si, pues, vosotros, malos como sois, sabéis hacer buenos regalos a vuestros hijos, ¿con cuánta mayor razón el Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan? (Le 7, 10-13). Puesto que la plegaria es el medio donde el hombre se hace sujeto del poder e influencia del Espíritu, Lucas naturalmente considera el don del Espíritu como la princi– pal respuesta de Dios a la oración humana. Dejándose impregnar por el Espíritu, el creyente se lanza a la vida más fuerte, más seguro, puesto que su debilidad se ha unido a la misma fuerza de Dios. La oración no le dispensa del esfuerzo, ni le instala en la esfera beatifica de la acción de Dios. Los obstáculos no cambian; quienes cambiamos con la fuerza de Dios somos nosotros, pudiendo llevar a cabo nuestro combate y vencer .El Padrenuestro en definitiva es la quinta esencia del evangelio, que para hacerse plegaria, antes ha de hacerse vida, Solamente así se convertirá en la plegaria por excelencia del discípulo de Cristo. Décimo octavo domingo del tiempo ordinario (Le 12, 13-21) El evangelio de este domingo parece un calco perfecto de lo que sucede en nuestra sociedad del siglo veintiuno: "Preservaos 224

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