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REFLEXIONES DOMINICALES SOBRE EL EVANC,.ELIO limpiar. Está desbordada y alienada con su trabajo. Es el prototipo de toda persona volcada hacia fuera, el prototipo de aquellos que necesitan estar siempre en movimiento, hacer cosas, entretenidos para no caer en la depresión o sentirse torturados por un aplastante vacío interior. Se olvidan de que son personas que deben hallar tiempo para reflexionar, para hablar con los amigos, para culti– varse y preguntarse qué sentido tiene su vida tan agitada, tan alo– cada. Marta no representa el trabajo, la actividad, sino la vaciedad de la vida oculta bajo el afán de hacer cosas o llenarse de ruido María es la otra cara de la moneda. Es la persona, que inmersa en el dinamismo de la vida, tiene tiempo para preguntarse: ¿Quién soy? ¿Qué es lo que tiene valor absoluto e imperecedero? No es una persona que reflexiona o reza para no trabajar; es una persona que va en busca de la vida plena, porque sabe que las preocupacio– nes diarias pueden embrutecerla y abrumarla. A los pies del Maestro descubre el horizonte radiante y orientador, la respuesta a la pregunta esencial: ¿qué sentido tiene todo esto? María sabe que el trabajo es necesario y digno, pero sabe también que no "sólo de pan vive el hombre", sino de la palabra que orienta, enriquece, fortalece e ilumina la existencia humana. María escucha atenta la palabra del Maestro porque sabe que esa palabra orienta definiti– vamente y esclarece el destino del hombre, sabe que esa palabra da sentido pleno al trabajo y al dinamismo humano. El hombre necesita tiempo para existir, para amar, para con– templar, para escuchar al otro, para colmar el vacío de los "próji– mos" angustiados. La escena evangélica nos está diciendo: Vive, come, trabaja, lucha, distraete. Es necesario, es bueno, pero deja de preocuparte, de ponerte nervioso, de cuando en cuando intenta hacer un alto en el camino para oír la voz de Dios que siempre tiene algo que decirte. 222

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