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REFLEXIONES DOMINICALES SOBRE EL EVANCrELIO mundo que incita al consumo indiscriminado, que lava el cerebro de los ciudadanos y los convierte en marionetas irresponsables y despersonalizados. "Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios". El Reino de Dios es el valor absoluto, punto de partida de un estilo nuevo de vida en el que se halla implicado el destino del hombre. El seguimiento de Jesús consiste en buscar la vida, en mirar hacia adelante, en despren– derse de un pasado muerto. El entierro del padre simboliza el apego a un pasado, a un género de vida carente de sentido. Cuántas discusiones estériles sobre temas que no interesan a nadie. Cuántas miradas hacia atrás, cuando la historia avanza hacia adelante y nos exige el anuncio del Reino, reino de libertad y de vida en este mundo de vivos. La comparación del arado resume y aclara el problema: "Todo el que pone la mano al arado y mira para atrás no es apto para el Reino de Dios". Si lo absoluto es el Reino de Dios, si la palabra de Dios orienta definitivamente y esclarece el destino del hombre, todas las realidades, incluso el amor a los padres, deben mirarse desde esta perspectiva. Jesús no niega el amor a los padres; sólo pensarlo sería absurdo cuando hace del amor al hermano el precepto supremo y distintivo de su mensaje. Lo que afirma Jesús es la urgencia del nuevo reino, que engobla en una visión nueva todo el acontecer humano. Cualquier decisión que se tome, cualquier postura que se adopte, debe tener siempre como punto de referencia la luz que proyecta el mensaje de Jesús. De este modo se hará realidad el lema evangélico: "La verdad os hará libres". Décimo cuarto domingo del tiempo ordinario (Le 10, 1-12.17-20) El evangelio de este día narra el envío de setenta y dos discí– pulos para que anuncien la llegada inminente del Reino de Dos. Su elección, su misión y la forma de realizarla son la regla funda- 218

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