BCCCAP00000000000000000000728

REFLEXIONES DOMINICALES SOBRE EL EVANGELIO ción eucarística, realiza la unidad en la pluralidad, lima las aristas, unifica los contrarios. Jesús congrega a los suyos desde la pers– pectiva de la fe en la resurrección y les entrega la responsabilidad de reunir en torno a él a toda la humanidad, pero la misión tendrá éxito seguro si se actúa en nombre de Cristo. Una vez más la reconciliación universal se presenta como la tarea exclusiva de los mensajeros del evangelio. Preciosa orientación, ahora que tanto se habla y se escribe sobre la nueva evangelización. La evangeliza– ción se confunde a veces con campañas publicitarias, con planifi– caciones a corto, medio y largo plazo, y nos olvidamos de lo esen– cial: Reconciliar en nombre de Cristo vivo y resucitado. En la segunda parte de la escena evangélica se entrega a Pedro, sobre la base de su inquebrantable amor, el cuidado de ovejas y corderos. A la triple respuesta de Pedro, sigue un triple encargo de Jesús: "Apacienta mis ovejas, apacienta mis corderos". Pedro debe apa– centar no sus propias ovejas, sino las ovejas de Jesús. Con esto se indica que debe ser el amor, la entrega generosa la realidad que rija las mutuas relaciones de la comunidad. Solamente el amor entre pastores y creyentes impedirá que la red se rompa. Cuarto domingo de Pascua (Jn 10, 27-30) Las tres líneas que nos recuerda este cuarto domingo de Pascua se encuadran dentro de un marco más amplio, cuyo tema general es el del buen pastor. El buen pastor pone al descubierto a los falsos pastores, y guía a sus ovejas por el camino de la vida. Los hombres, frente al mensaje de Jesús, poseen siempre la liber– tad de decir sí o no: "Mis ovejas, dice Jesús, escuchan mi voz y yo las conozco y me siguen". El problema de la incredulidad de los judíos radica en que no son de las ovejas de Jesús; es decir, carecen de apertura, de diáfana y generosa dispo- 204

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz