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COMENTARIOS RADIOFÓNICOS EN COPE-ASTORGA fica la comunicación de nueva vida. Y esta transmisión de la vida se describe con el concepto tradicional del cristianismo primitivo: el perdón de los pecados. Expresión arcaica y caída en desuso en nuestro mundo descreído, pero que hay que mantener en su conte– nido, porque ese es el fundamental mensaje de Pascua: Dios ha obrado por medio de Jesús la gran paz que debemos ofrecer al mundo como fuente de vida. Tercer domingo de Pascua ( Jn 21, 1-19) Comentamos hoy una de las escenas más jugosas y entraña– bles del cuarto evangelio. También es una de las más ricas en con– tenido teológico-eclesial. En la primera parte de relato se pone de relieve la eficacia de la presencia activa de Jesús resucitado en la comunidad de Creyentes. Sin su acción permanente la actividad misionera y evangelizadora no tendría éxito. El pequeño grupo, con Pedro a la cabeza, sale a pescar, pero fracasa en su intento. Al amanecer, Jesús se presenta en la orilla y les dice: "Echad la red a la parte derecha de la barca y encontraréis". Jesús es siempre el que invita y lleva la iniciativa: "Traed algunos peces de los que habéis pescado ahora: venid y almorzad". Los discípulos siguen dependiendo de la palabra de Jesús. Cuando el grupo se deja llevar por la palabra de Jesús y lanza la red en su nombre, se produce el prodigio: ciento cincuenta y tres peces grandes. Número simbó– lico que significa la totalidad absoluta. Todos los hombres, sin limitación alguna, son invitados a recibir el mensaje salvador. Por su unión con Cristo, la red, símbolo de la Iglesia, puede acoger a cuantos lleguen de las más dispares regiones, razas y culturas, es decir, conservando su unidad e integridad. Y esto ¿por qué? Porque todos comparten el común alimento: "Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio, igualmente hizo con los trozos de pes– cado". La presencia de Cristo, vivida y compartida en la celebra- 203

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