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COMENTARIOS RADIOFÓNICOS EN COPE-ASTORCrA var lo único importante: el hombre transgresor y pecador. Vivimos en una sociedad en la que su principal oficio es la confesión de los pecados ajenos. Pero, eso sí, nos diferenciamos de los fariseos de la escena del evangelio en que hemos sustituido las piedras por el fango. El fango no mata, solamente mancha y ensucia, que no es poco. Domingo de Ramos en la Pasión del Señor (Le 22, 14-23, 56) Con motivo de la Semana Santa, que hoy comienza y con– memora los momentos culminantes que llevaron a la crucifixión de Jesús, quiero hablar de Jerusalén, el lugar sacrosanto donde la fe cristiana reconoce su origen y sus fuentes. Y también como punto de encuentro de las tres religiones monoteístas, con el deseo de que la concordia despunte por fin de modo definitivo. Para los cristianos no hay nada más que un hombre entre las sombras de estas calles sinuosas y vive porque fue fiel hasta la muerte para que los demás vivan. Su presencia acogedora nos invade y sublima. Contemplando a Jerusalén desde lo alto de una azotea uno está seguro de contemplar el mismo lugar que el "hombre Dios" habitó y donde dio su vida para salvar al mundo: el Calvario, el Santo Sepulcro donde Cristo fue enterrado para resu– citar como "primicias de los que han muerto, para que en él todos sean vivificados"; el Cenáculo que recuerda la Ultima Cena de Jesús con los suyos y el momento en que la comunidad creyente toma conciencia, través de la efusión del Espíritu, de haber comenzado una nueva y definitiva era para la Humanidad. Al morir Jesús sobre el Gólgota, los evangelistas hacen una compro– bación enigmática: "En esto, el velo del Templo se rasgó en dos, de arriba abajo". Esto quiere decir que el antiguo culto ha termi– nado. Desde ahora la presencia de Dios se manifestará al mundo 199

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