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REFLEXIONES DOMINICALES SOBRE EL EVANGELIO dice cómo debernos responder a esta invitación generosa. La parábola directamente se refiere al pueblo judío. Pero también se dirige a todos los hombres de todos los tiempos. Hay que cam– biar de vida ya en este momento. Este cambio tiene una doble dimensión, vertical y horizontal. Vertical: abriendo nuestro cora– zón al amor misericordioso de Dios. Horizontal: proyectando en nuestro entorno los valores fundamentales del Reino: amor, jus– ticia, perdón, fraternidad. Ayuda eficiente al que sufre, al que pasa hambre, al que vive en soledad alienante, al que busca un nuevo camino, una luz que esclarezca su vacío existencial. Una vez más el evangelio nos llama a la acción, al compromiso exis– tencial, al dinamismo creativo y fecundo. ¿Quién dijo que la religión era "el opio del pueblo"?, ¿la droga que entontece y aliena? El evangelio no es un código de prescripciones inertes y deshumanizantes, sino un compromiso vital con la realidad; y el cristiano un fermento que transforma la masa, una luz que ilu– mina el camino, una vida que crea vida. Nadie está tan compro– metido con la historia, con los problemas del hombre moderno como el cristiano que ha hecho del Evangelio el libro predilecto de su acción y de su dinamismo. "Las alegrías y las esperanzas, las tristezas y angustias de los hombres de hoy, sobre todo de los pobres y de los que sufren, son también alegrías y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo, y no hay nada genuinamente que no encuentre eco en su corazón". Palabras preciosas y autorizadas del Concilio Vaticano II. Cuarto domingo de Cuaresma (Le 15, 1-3.11-32) "Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos". Con estas palabras el evangelio define en qué consiste la verdadera piedad y religiosidad. Frente a la religión oficial, farisea y mer– cantilista, Jesús predica una religión más auténtica, más humana y 196

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