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REFLEXIONES DOMINICALES SOBRE EL EYANCrELIO rindiendo culto al dinero, al poder, al egoísmo incontrolado. Es el pecado sutil y soterrado de quien se dice creyente, pero que en nombre de una falsa libertad se niega a secundar los planes divi– nos que dan sentido pleno a la vida. Segundo Domingo de Cuaresma (Le 9, 28-36) La radiante y luminosa escena de la Transfiguración de Jesús realiza una función muy precisa en la revelación progresiva del misterio de Cristo y del camino que han de seguir sus discípulos. No comprenden todavía que tras la cruz está la gloria, tras la muerte la Pascua. Por eso la escena de la Transfiguración tiene como objeto mostrar fugazmente un anticipo del triunfo de Jesús. La frase que da sentido a todo el pasaje es ésta: "Pedro y sus com– pañeros tenían mucho sueño, pero se despertaron de repente y vie– ron la gloria de Jesús". Hasta ahora los seguidores del Maestro han estado dormidos sin saber a ciencia cierta quién es él real– mente. Ven también a Moisés y Elías, los dos personajes del Antiguo Testamento más significativos en la línea de las aspira– ciones mesiánicas. Los apóstoles son puestos sobre aviso acerca de lo que un día les escandalizará y hará vacilar su fe: la muerte en cruz del Mesías. Todo en la escena apunta hacia la sup'eración de la muerte: el esplendor de su rostro, la transparencia luminosa y blanca de sus vestidos, símbolo anticipado de su resurrección; las imágenes usadas en las teofanías o manifestaciones divinas; todos estos elementos descriptivos intentan revelar que este Jesús, a pesar de que camina hacia la muerte, es realmente el Salvador, el Señor. Más allá del vestido y de la carne, ven lo invisible; más allá del silencio, oyen lo inaudible: "Este es mi Hijo, el amado, escu– chadle". Para comprender el misterio de la muerte y resurrección de Jesús hay que aceptar su palabra que ilumina y deshace tantos prejuicios y soberbias pretensiones. ¿Quién está preparado para 194

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