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REFLEXIONES DOMINICALES SOBRE EL EVANG-ELIO frente a frente dos maneras de entender la religión: la de los naza– retanos, deshumanizada y milagrera, una religión que resalta la acción espectacular de Dios sobre la pasividad humana, donde el rito y la fórmula mágica suplantan la actuación responsable y activa del hombre. Frente a ella está la postura de Jesús, en la que se pone de relieve también la acción de Dios, pero de un Dios encarnado en el hombre, de tal modo que el hombre, consciente de la presencia del Espíritu, se convierte en sujeto de su propia libe– ración. Entonces cambia el hombre y cambian sus estructuras. Esto explica por qué Jesús convierte al hombre en el centro de sus preocupaciones: "No son los sanos los que tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores" Semejante mensaje no pueden aceptarlo los par– tidarios del rito deshumanizado, del esquema anquilosado, de la letra que mata el espíritu. Consecuencias de estas dos posturas encontradas: Primera, la evangelización buscará nuevos horizon– tes, lo mismo que en otros tiempos Elías y Eliseo salvaron a dos paganos, una mujer viuda de Fenicia y un funcionario de Siria. Segunda, el anuncio del evangelio implicará riesgos, contradic– ciones y lucha. Como los nazaretanos, se intentará en el transcurso de la historia "despeñar por el precipicio" a los mensajeros de una palabra molesta y turbadora. Quinto domingo del tiempo ordinario (Le 5, 1-11) En la escena de la pesca milagrosa en el lago de Galilea, tres frases claras y terminantes definen la tarea que Cristo va a enco– mendar a Pedro y demás apóstoles: "ya que tú lo mandas echaré las redes, no temas, de hoy en adelante serás pescador de hombres, lo dejaron todo y le siguieron". El primer nombre asociado a la misión de Jesús es Simón Pedro, un humilde pescador, lo mismo que su hermano Andrés y sus compañeros Santiago y Juan. 188

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