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REFLEXIONES DOMINICALES SOBRE EL EVANG-ELIO Jesús nos dice y pide que pongamos nuestra mirada vigilante en el horizonte, porque ya alborea el Reino de Dios. El hombre está hecho para el futuro, pero el riesgo más grande está en equivo– carse de camino. A muchos que han perdido la ilusión de vivir, nada les falta. Se equivoca el hombre en su vigilia y en su espera si sólo tiene como objetivo el dinero fácil y rápido, el bienestar tem– poral, la abundancia sobresaturada. Todas estas cosas, útiles y necesarias a veces, no logran centrar al hombre. La meta autén– tica, el verdadero centro tiene un solo nombre: ¡Navidad!. Segundo domingo de Adviento (Le 3, 1-6) Este segundo domingo de Adviento nos prepara para recibir a Jesús en las próximas Navidades. A Jesús, el Cristo, no lo vere– mos materialmente, pero lo experimentaremos presente en una venturosa y apremiante angustia de paz. Juan el Precursor exige una actitud de humilde acogida, de disponibilidad abierta y senci– lla, que sintetiza en una sola frase: purificaos con el bautismo de conversión para el perdón de los pecados. Esta es la palabra clave: conversión, cambio de vida, transformación del corazón. Hombres y mujeres, solteros y casados, gobernantes y goberna– dos, de izquierda y de derecha, a todos les interpela la palabra del mensajero para llamarnos a una vida nueva, radicalmente digna y justa: "Preparad el camino del Señor, trazad en línea recta sus sen– das". Todos sabemos que es inútil dictar nuevas formas sociales, promulgar leyes y prescripciones, si los hombres permanecen corrompidos, si no cambian en lo profundo de su corazón. Ésta es la tarea fundamental de nuestra sociedad: hacer que el hombre cambie en la forma de pensar, de sentir y de actuar. El verdadero cambio no está en la permisividad, sino en ir más allá del propio egoísmo, de la mentira, de la indiferencia, del orgullo, del amor a las riquezas, para caminar en el amor, en la transparencia, en la 176

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