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REFLEXIONES DOMINICALES SOBRE EL EVAN(rELIO tes? Seguir a Jesús implica dejar de mirar al pasado para construir el futuro de una nueva humanidad, según las aspiraciones del poeta: "Tú eres el camino que avanza. Tú quieres que tu rostro ahonde nuestro deseo y que la humanidad encuentre tu parecido". Trigésimo primer domingo del tiempo ordinario (Me 12, 28-34) De nuevo el amor presente y actuante en el mensaje de Jesús. La pregunta de los judíos legalistas, se resume clara y sen– cillamente así: Ama a Dios y ama a tu prójimo. Para Jesús el man– damiento del amor a Dios no es el primero ni el más importante de los mandamientos, es sencillamente el centro que lo impregna e informa todo, la fuerza motriz que transforma las relaciones inter– personales y sociales. Frente a las prescripciones discriminatorias de los judíos para quienes el prójimo es correligionario, el simpa– tizante, Jesús universaliza el concepto de prójimo y nos dice que no se trata tanto de saber quién es nuestro prójimo, sino de darnos cuenta de que todos tienen derecho a nuestro amor, porque todos los hombres son portadores del amor de Dios. La novedad de Jesús consiste en haber unido los dos preceptos antiguos. De esta capacidad del creyente para mantenerlos unidos es como se mide la verdadera fe. El amor al prójimo nace del amor a Dios y el amor a Dios debe proyectarse, para que sea auténtico, en el hermano. Pero ¿qué es el amor?¿Un vago sentimiento?¿Un sensiblero estado de ánimo? El amor no admite definiciones eruditas ni teo– rías explicativas; se define amando. El amor es creativo y difu– sivo. Quien viva alienado en una urna de cristal; quien ignore las angustias, los problemas, las exigencias y necesidades de cada situación histórica, no habrá comprendido nada del mandamiento del amor. Incluye el servicio, la entrega, la ayuda generosa. J. Murillo nos dice que el amor es la gran realidad que no puede con- 166

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