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REFLEXIONES DOMINICALES SOBRE EL EVANCrEL/O sacrosantos del hombre. Todo lo que no se opone al evangelio contribuye a realizar el Reino de Dios sobre la tierra. Los integris– mos cerriles y exclusivistas, que todas las religiones, en mayor o menor medida encierran, destruyen la convivencia pacífica y fra– terna. El evangelio nos llama a la colaboración fecunda y gene– rosa tanto en el campo personal como comunitario. A continua– ción Jesús habla del escándalo, es decir, de todo aquello que desorienta la fe y la conducta de los creyentes sencillos y conven– cidos. Es una llamada sobre todo a los que tienen cargos de res– ponsabilidad en las comunidades. Su actuación ha de estar de acuerdo con lo que predican y lo que predican ha de encaminarse siempre a fomentar la concordia, a disipar las divisiones y enfren– tamientos, porque en frase de Madame de Sablé, "nada tan-peli– groso como un buen consejo acompañado de un mal ejemplo" Pero hay otra clase de escándalo en el cual se repara poco, y es el que proviene de uno mismo, del interior de uno mismo: "Si tu mano te sirve de ocasión de pecado, córtatela, o tu pie, o tu ojo". El mismo sentido que otras palabras ya comentadas: "del interior del corazón de los hombres salen los malos pensamientos fornica– ciones, robos, engaños, envidia....". Contra esta clase de escánda– los, es decir, tropiezos, hay que luchar si se quiere construir el reino del amor, de la justicia y de la vida auténtica. Las frases tan duras e imposibles de Jesús indican la decisión con que uno debe entregarse a poner en práctica las exigencias del evangelio. 160

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