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REFLEXIONES DOMINICALES SOBRE EL EVANCrELIO Ley con innumerables y minuciosos preceptos, de tal modo que bastaba con la observancia material de estos preceptos para entrar en el ámbito de la salvación. El rito por el rito, la prescripción por la prescripción, sin proyección alguna en la vida, en las relaciones interpersonales. El evangelista evocando la polémica de Jesús con los fariseos, pretende interpelar a los cristianos de su tiempo y de todos los tiempos. Siempre ha existido en la comunidad cristiana la tendencia a conceder un sentido mágico a las leyes y preceptos, siendo así que las leyes no son un absoluto, sino señales, orienta– ciones para llegar a la vida. Parafraseando el evangelio decimos que para muchos cristianos la verdadera religión consiste en pagar los diezmos de la menta, del anís y del comino, descuidando lo más importante y decisivo: la justicia, la misericordia, la fideli– dad. En todo el texto está subyacente la cuestión de la impureza ritual: los exigentes judíos: preguntan: ¿"Por qué tus discípulos no siguen la tradición de los antiguos, sino que comen el pan sin - lavm:se las manos?", En el pensamiento mágico es impuro lo que está cargado de fuerzas peligrosas o puede desencadenarlas, y, por tanto, debe ser evitado: alimentos, bebidas, fiestas, fechas, luga– res, objetos, costumbres, preceptos, animales etc. En el pensa– miento religioso la impureza se pone en relación con la divinidad y se concibe como un obstáculo a las relaciones del hombre con la misma. Como consecuencia de esta visión de las cosas, el juda– ísmo cayó en un ritualismo y formalismo rutinario e inerte, ya censurado por los profetas. S. Pablo advierte a los colosenses: "Si habéis muerto con Cristo a los elementos del mundo, ¿por qué, como si vivieseis en el mundo, os dejáis imponer preceptos: abs– tente, no gustes, no toques, cosas todas corruptibles en el momento en que se usan. Estos son preceptos y enseñanzas huma– nas ... que en el fondo nada tienen de honorífico y tienden a satis– facer la carne" (2, 20-23). El ascetismo a que quieren someterlos no tiene valor moral alguno. Frente a este exclusivismo judío, 154