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REFLEXIONES DOMINICALES SOBRE EL EVANC,-ELIO viva", vivir en actitud de entrega y de servicio. Nada hay tan esti– mulante, tanto en lo íntimo de la persona como en el ámbito fami– liar y social, que la conmemoración del gesto de Jesús en un clima de fe y de intimidad con Cristo resucitado presente sacramental– mente en la conmemoración través de los signos del pan y vino = cuerpo y sangre = carne y sangre. Lamentablemente sucede todo lo contrario. Misas dominicales, primeras comuniones, celebra– ciones diarias y repetitivas de la Eucaristía se convierten en rutina piadosa, en acontecimiento social o en espectáculo gratuito. ¿Tiene luego alguna influencia en la vida? Alguien ha dicho que el hombre de misa es el hombre inofensivo. No lo creo, pero el dicho refleja una falta de compromiso con nuestra fe; y si no hay com– promiso con las realidades terrestres, humanas y sociológicas, no hay evangelio que valga. Nuestra fe y nuestros ritos serán cáscaras sin fruto, fórmulas, meras fórmulas sin proyección eficaz y efi– ciente en nuestras vidas. El que tenga oídos, que oiga. Vigésimo primer domingo del tiempo ordinario (Jn 6, 61-70) Los discípulos se escandalizan porque Jesús ha dicho: "he bajado del cielo, quien come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna". Las palabras de Jesús producen en los discípulos un auténtico seísmo que conmueve las conciencias y las somete a tomar una decisión clara y definida: "Esta doctrina es inadmisible, ¿quién puede aceptarla?" Los discípulos se escandalizan por las palabras desconcertantes y enigmáticas del Maestro. Pero ¿qué dirán? ¿qué excusas pondrán cuando vean a este mismo Jesús subir al lugar donde estaba antes? Los discípulos, todavía con una fe frágil, buscan motivos ridículos para abandonar el barco. Sin embargo el camino está trazado y no tiene retorno. Por eso, Jesús continúa: "la carne, es decir, los raciocinios y criterios humanos, no sirven de nada ante el misterio insondable y maravilloso: "El 152

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