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REFLEXIONES DOMINICALES SOBRE EL EVAN(i-ELIO solitario y descansad un poco". Una invitación que encierra reso– nancias muy profundas para los humanos de nuestro tiempo, siempre desbordados, siempre corriendo, constantemente en busca de un tiempo que se les escapa inexorablemente. Nunca olvidaré la reflexión aleccionadora de un campesino que me acompañaba yendo al funeral de un compañero amigo. Viendo cómo los coches nos pasaban a velocidades endiabladas exclamó: "Todos éstos no saben adonde van, pero corren" Lo que cuenta es evadirse, olvidarse a través de sensaciones, de "vibraciones" que aturden e insensibilizan. Sin embargo, en Jesús el silencio tiene siempre el primer puesto: el amor llega antes que la ación, el senti– miento antes que la obra, la reflexión antes que la palabra. Las decisiones más importantes de su vida Jesús las toma "aparte", en silencio. Toda la actividad terrestre de Jesús está impregnada de silencio. Así, su vida fue toda ella equilibrio interior, calma, esta– bilidad sosegada. El hombre moderno vive enloquecido, alienado por las prisas, por el pluriempleo, por la compra en los supermeca– dos atiborrados de especias, de olores exóticos y mareantes, alie– nado por las videotecas y discotecas,·por los deportes del sábado y domingo. A tantos y tantos que buscan sosiego y equilibrio, aun sin saberlo, Jesús les dice: "Venid vosotros solos a un lugar solita– rio y descansad un poco". 146

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