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REFLEXIONES DOMINICALES SOBRE EL EVANG-ELIO el centro de la curación de la hija de Jairo: "Mi hijita se halla en la agonía; ven y pon las manos sobre ella para que se salve y viva". Con una palabra Jesús transforma a un hombre, trastrueca al mismo tiempo a una sociedad anquilosada en sus esquemas, en sus ritos mágicos y opresores. A diferencia de los parientes incré– dulos de la niña que han perdido la esperanza, como se refleja en la amarga expresión: "Tu hija ha muerto, ¿para qué molestar al Maestro?" el verdadero creyente se obstina en creer, incluso ante lo imposible, en esperar contra toda esperanza. Y la luz aparece radiante en el túnel: "La niña no ha muerto, sino que duerme". Precioso mensaje para nuestra sociedad torturada y maltrecha. Para Jesús ya no existen cotos cerrados, solamente la perversión del corazón puede apartar de la comunión religiosa, sociológica, ecológica etc. Basta con tener fe, una fe vital y comprometida, porque la fe lo cambia todo. Por la fe sabemos quiénes somos, adonde vamos con nuestros hermanos, por qué sufrimos, trabaja– mos y nos afanamos. La palabra de Jesús al jefe de la sinagoga sigue viva como reguero de luz y de esperanza: "No temas, basta con que tengas fe". Décimo cuarto domingo del tiempo ordinario (Me 6, 1-6) Jesús comete la osadía de presentarse entre sus paisanos de Nazaret para predicarles en la sinagoga durante el sábado. La reacción de los atentos oyentes no se hace esperar: del asombro pasan al escándalo. ¿Por qué? Su sabiduría y su poder impulsan a la pregunta que ningún hombre honrado puede dejar de hacerse: "¿De dónde le vienen a éste tales cosas y qué sabiduría es ésta de que está dotado? ¿Cómo es que se realizan tales maravillas por sus manos?" La respuesta sería clara en otras circunstancias; se diría: todo esto es obra de Dios. Pero "¿no es éste el hijo del carpintero, el hijo de María y pariente de Santiago, de José, de Judas y de 142

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