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REFLEXIONES DOMINICALES SOBRE EL EVAN(i-ELIO afirmar que Jesús está presente en el pan y en el vino. Es preciso descubrir allí una vida entregada. Es preciso tomar parte en ella. La vida del creyente ha de convertirse en "carne inmolada" para que el mundo viva. La misión de la comunidad cristiana consiste en congregar a la humanidad en torno a la misma mesa. La Eucaristía no es un rito aislado de la vida, un cúmulo de fórmulas desprovistas de compromiso, sino una celebración en el amor, en la justicia, en la sinceridad, en la reconciliación y la amistad. Porque conmemora y actualiza el gesto singular de Cristo que entrega su vida para salvar al mundo. Los viajeros de Emaús reco– nocen a Jesús en el gesto de "partir el pan". En la Eucaristía el cre– yente vacilante, torturado, decepcionado hallará con toda certeza a Jesús, Camino, Verdad y Vida. Es esta fiesta la que anima, equi– libra y arrastra nuestras vidas. ¿Se agotará alguna vez su signifi– cado sin limites?. Décimo domingo del tiempo ordinario (Me 3, 20-35) El evangelio de este domingo describe un cuadro turbulento, lleno de convulsiones en la vida de Jesús. La popularidad del Maestro desconcierta a propios y extraños. Los familiares más cercanos se contagian de los rumores malintencionados acerca de la salud mental de Jesús e intentan llevárselo, como si de un apes– tado se tratase: "¡Ha perdido la cabeza! ¡Está perturbado!" Bonita y frecuente manera de desacreditar a los testigos de la justicia, del amor y de la fraternidad en un mundo que pide orden, compostura, prudencia y sensatez, para evitar que las subversivas exigencias del Evangelio despierten las conciencias oprimidas y drogadas a veces. Es la táctica antigua y nueva de los poderes que manejan astuta y perversamente la propaganda vertical y los omnipotentes medios de comunicación social. Pero aún hay más; los escribas judíos, que pertenecen a los centros de influencia y de poder, 136

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