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REFLEXIONES DOMINICALES SOBRE EL EVANCrELIO Domingo de la Santísima Trinidad (Mt 28, 16-20) Hoy celebra la comunidad cristiana la fiesta de la Santísima Trinidad, es decir, el misterio insondable de Dios. El texto evangé– lico no intenta explicar el misterio, nos dice simplemente que cuando se escribe el evangelio de Mateo, la comunidad cristiana vive ya como verdad conseguida esta experiencia religiosa: tres personas distintas y un solo Dios. El Bautismo se realiza en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Las palabras de este evangelio, similares a las de los otros evangelistas de domin– gos anteriores hablan de la misión universal de la misma comuni– dad cristiana, impulsada por el mandato apremiante de Jesús y fortificada por la presencia del Señor resucitado: "Id, pues, y con– vertid en discípulos a todas las naciones. Yo estoy constantemente con vosotros hasta el fin del mundo". La Iglesia, pues, es, por voluntad de Cristo, el gran signo de unidad de todos los hombres y pueblos. Con sabrosas y variadas metáforas el evangelio define la misión de los discípulos de Jesús: sal de la tierra, luz del mundo, tesoro oculto, piedra preciosa, red acogedora, inmenso campo de cultivo. Todo el evangelio es una llamada apremiante a la acción, al compromiso existencial, al dinamismo transformante y crea– tivo. El cristiano está en el mundo para los demás: para acercarse, para unir, para dialogar, para iluminar, para trabajar en este pro– yecto de salvación que viene del Padre por medio de su Hijo Jesucristo, y se continúa gracias a la acción del Espíritu en los cristianos responsables. Siempre que las recuerdo me producen honda pena las palabras resignadas de Bernanos: "He visto dema– siada pasividad en quienes te han encontrado, Señor. ¿Ha perdido la sal su sabor? ¿Los cristianos están sometidos a una dieta sin sal? ¿Hemos puesto la lámpara bajo el celemín?; difícil contestar a estas inquietantes preguntas. Pero hay que planteárselas indivi– dual y colectivamente para despabilar nuestra abulia, para estimu– lar nuestro compromiso, porque donde dos o tres se reúnen en su 134

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