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REFLEXIONES DOMINICALES SOBRE EL EVAN(rELIO con ilusión y alegría al Cristo de los evangelios. Tantas cosas habría que cambiar, tantos criterios que purificar. El verdadero discípulo es aquel que deja actuar la savia de la vid que da unidad y fecundidad a los sarmientos. Sexto Domingo de Pascua (Jn15, 9-17) Jesús ha comenzado la cuenta atrás hacia la hora cero. Se despide de los suyos y les deja como testamento unos puntos clave que orientarán su actividad en el transcurso de la historia. El evan– gelista presenta a Jesús como ya resucitado hablando a la comuni– dad y explica los hechos pasados que tienen permanente vigencia. Jesús ha cumplido su misión y "es glorificado", porque ha mos– trado toda la riqueza del amor de Dios, todo el poder de su acción salvadora. Por eso puede entregar a los suyos laconsigna creativa y fecunda: "amaos unos a otros", Jesús define como nuevo este antiguo mandamiento de la Ley. ¿Dónde está la novedad? Es nuevo porque expresa el tiempo definitivo de la revelación de Dios. Se inaugura una nueva creación, se programan caminos seguros de esperanza y de acción: el reencuentro de todos los hombres en el amor de Cristo. Con el mandamiento nuevo de Jesús se inaugura un nuevo orden, dinámico y perfectivo. Caen las barreras raciales, sociales y culturales, caen los ritos y fórmulas con su fuerza mágica, estéril y alienante. La religión y el culto se realizan en la vida y en el servicio a los hermanos. Jesús no habla simplemente de amor. Exige amar como él mismo ha amado. La novedad está, pues, en que este amor es participación del servicio y de la fidelidad de Jesús hasta la muerte. La práctica cristiana del amor exige una gran sensibilidad, una constante disponibilidad, una simpatía con todas las necesidades materiales y morales de los hombres. Sólo desde el amor el creyente podrá llegar a la armonía, a la concordia, a la reconciliación sincera y efectiva, a la tan caca- 130

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