BCCCAP00000000000000000000728

REFLEXIONES DOMINICALES SOBRE EL EVANCrELIO como forma de vida en el servicio generoso a los hermanos. Con su muerte en cruz Jesús realiza la reconciliación universal. Éste es el mensaje permanente que deben proclamar contra viento y marea sus discípulos. Te.rce.r domingo de Pascua (Le 24, 35-48) Todo el pasaje evangélico, continuación del relato de Emaús, quiere inculcarnos la misma idea: Jesús no es ningún fan– tasma, ha resucitado realmente. Con descripciones físicas y mate– riales nos dice que Jesús vive, que no es un simple recuerdo, más o menos vivo, más o menos borroso, sino el mismo Jesús de siem– pre, pero con una dimensión distinta e inabarcable, con un modo nuevo de presencia. Lo mismo que durante su vida pública, Jesús se presenta como un huésped que pide alojamiento y comida. El pan compartido, el pan eucarístico, es el lugar adecuado donde los discípulos experimentan la experiencia viva de Jesús resucitado. Los discípulos están seguros de que en la reunión eucarística el encuentro con Jesús no falla nunca. Y desde la experiencia com– partida de la comunidad reunida en el amor y en la escucha de la palabra el evangelista teje los relatos de las pariciones. ¿Por qué hoy el creyente no siente en la celebración eucarís– tica esa presencia viva y transformante de Jesús resucitado?. La respuesta es sencilla y decepcionante; porque más que reunirse en el amor para compartir el mismo pan de la hospitalidad, los cre– yentes se aglomeran físicamente para cumplir una obligación y volver rápidamente a casa sumidos en la misma estéril soledad. La celebración se convierte para muchos en un espectáculo que se ve y se oye, pero del cual no se participa activamente. No es, por tanto, una concelebración en el amor y la fraternidad, donde se experimenta la presencia activa de Jesús resucitado que interpela 126

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz