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REFLEXIONES DOMINICALES SOBRE EL EVANCrELIO definitivo. Semana de contrastes, de sombras y de luces, de presa– gios luctuosos y de presentimientos de vida inmarcesible. Todo esto se refleja en las dos escenas que nos recuerda la liturgia de este día: la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén y la lectura del relato de la Pasión. Cuando se arrojan los mantos y los ramos ante Jesús de Nazaret, el pueblo presiente, con instinto seguro, la lle– gada de una nueva primavera, el comienzo de una humanidad transfigurada. De repente el odio de los poderosos, la violencia de los hombres influyentes, la mezquindad de los instalados vuelven las aguas a sus cauces; se le arresta, se le juzga, tortura y da muerte. ¡ Fin de un sueño de justicia y de paz! La noche cae deprisa, aplastante, aquella tarde a las puertas de Jerusalén. Las fuerzas del mal parecen haberlo aniquilado, pero él había anunciado la fecun– didad del grano de trigo caído en tierra. Después de haber luchado contra todos los fermentos de muerte en el corazón de los hombres y en la vida del pueblo, iba a romper la fatalidad de la muerte misma. En este momento de aclamaciones, cuando todo el pueblo congregado para la celebración de la Pascua repite el nombre de Jesús como única candidatura al trono de Israel, Jesús, leyendo la impaciencia, la ardiente sed de una victoria temporal de sus segui– dores, precisa cuál será el verdadero sentido de su gloria y de su triunfo: "Si el grano de trigo, caído en tierra, no muere, queda solo, pero si muere, produce mucho fruto". Hay que mirar con mirada nueva la propia vida, la vida de los hermanos, la del propio ambiente. La vida es entrega, es inmolación a favor del hombre y de los valores que dan sentido auténtico a la existencia humana. San Juan nos lo dice con laconismo impresionante: "quien no ama permanece en la muerte" Jesús fue condenado porque quiso crear un mundo nuevo, porque invitaba a todos a no dejarse encasillar en barreras sociales, morales, religiosas y nacionalistas. Se le acusó de subversivo, porque quiso cambiarlo todo en la vida. Se le 122